9.4.09

Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo

Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo (2008)
Centro de Capacitación Cinematográfica
Dirección: Yulene Olaizola
83 minutos



A principios de loa años 90, entre septiembre de 1991 y abril de 1993 pare ser exactos, la siempre caótica Ciudad de México se veía azotada por una ola de crímenes cometidos contra sexo servidoras, según las versiones periodísticas de la época, fueron un total de 13 las mujeres ultimadas por un “estrangulador”, hasta ese momento, los 3 asesinos seriales conocidos en la ciudad de México, habían dirigido sus instintos homicidas hacia ese sector de la población: las prostitutas. Este estrangulador superó por mucho lo realizado por Goyo Cárdenas en 1942 y por Francisco Guerrero en 1888.

Mujeres estranguladas en hoteles del centro histórico, ocultas debajo de las camas y mensajes escritos con lápiz labial en espejos, eran el modus operandi de este homicida que sostuvo un largo anonimato poco visto en las memorias de la nota roja mexicana.

El caso llegó al escándalo cuando el 7 de abril de 1993, en la habitación 203 del Motel Mexicali, el homicida abrió el pecho de su víctima y se llevó consigo el corazón de la prostituta en turno, además de pintar una estrella de 5 picos rodeada de extraños símbolos que sólo su autor podría comprender. La policía, harta de ser enjuiciada y ridiculizada por los medios de comunicación, presentó a José Enrique Martínez Morales, como autor de los 13 homicidios, José Enrique Martínez, un humilde lavacoches de la zona del centro, aceptó sin más ser homicida de prostitutas, las crónicas policíacas y las autoridades correspondientes daban así por terminado el caso.

Sin embargo, en 2008, aparece en el FICCO y en Cineteca Nacional, el trabajo documental de Yulene Olaizola, joven estudiante del CCC que regresa a nuestra memoria el caso del estrangulador de los años 90. intimidades de Shakesperare y Víctor Hugo es un documental que narra los mejores años de la casa de huéspedes ubicada en dicho cruce de la colonia Nueva Anzures en la ciudad de México; bajo el mando de Doña Rosita, la casa vio pasar a diferentes personajes, pero detuvo su atención en la figura de Jorge Riosse, un enigmático joven con talento para el canto y la pintura, políglota y travesti ocasional que desaparecía por las noches sin que nadie supiera su destino.

El que parecía ser un muchacho encantador llevaba consigo un enorme secreto, tan grande que solo pudo ser descubierto la noche del 9 de abril de 1993, fecha en que, perseguido por la policía y herido de bala, regresó al cuarto de azotea donde vivía, en su intentó por quemar periódicos, credenciales y todo lo que le inculpara de los homicidios, provocó un incendio del que él mismo fue presa, la última víctima del asesino en serie fue él mismo.

El asesino serial de prostitutas murió durante una operación quirúrgica, resultado de las múltiples quemaduras en las piernas ocasionadas por el incendio en su pequeño cuarto de azotea donde guardaba celosamente los secretos de sus homicidios, Intiomidades s de Shakesperare y Víctot Hugo es un relato intimista abordado talentosamente por Yulene Olaizola, quien a la edad de 10 años tuvo la oportunidad de conocer y ser modelo para una de las pinturas de Jorge Riosse.

Como dato curioso, el periódico La Prensa, publicó en sus páginas centrales el 10 de abril de 1993, un artículo donde la policía capitalina confesaba tener cercado al homicida serial, justo a un lado de esta declaración, aparecía la fotografía del espectacular rescate de Jorge Riosse de las llamas en que se vio envuelto, en ese momento, la entrevista y la fotografía, no tuvieron relación entre ellas.


La sangre enemiga




Imagina que te diriges al campo a ver a tu hijo de 45 años de edad, imagina que lo miras y detectas en su mirada una combinación de locura y rencor, observas su maltrecho cuerpo, la barba crecida y ropas que más bien parecen harapos. De repente, en solo un segundo lo tienes sobre de ti con un machete en la mano golpeándote la cabeza, bebiendo tu sangre y comiendo tu masa encefálica.

Si imaginarlo resulta complicado, entonces solo sumérgete al nauseabundo mundo de la nota roja mexicana y podrás encontrar datos y pormenores de esta crónica donde la sangre y el vampirismo abandona la literatura europea y se sitúa en la provincia de la república mexicana.


VAMPIRO MICHOACANO


Como salido de la más onda de las supersticiones, el martes 13 de enero de 2004, Francisco Maldonado García, se encontraba tranquilo en su choza del municipio de Indaparapeo, en Michoacán, por su cabeza nunca habían pasado las historias de vampiros clásicos de Europa del Este, jamás había conocido al mítico Bela Lugosi, ni se imaginaba la clásica representación cinematográfica del chupa sangre de capa y sombrero negro apareciendo entre niebla, sin embargo, Francisco estaba a escasos momentos de convertirse en uno de los pocos vampiros reales que la crónica policíaca ha recabado en la historia de nuestro país.

Hasta la choza en ruinas que sirvió como vivienda a Francisco durante más de 20 años, se acercaba con paso decidido Félix Maldonado, padre de Francisco, a quien, después de tiempo de no ver, fue en su búsqueda con la idea de recobrar algunas de las tierras que le pertenecían y que Francisco no se preocupaba por trabajar. Después de un pequeño intercambio verbal, los ojos de Francisco fueron invadidos por el rencor, la rabia y el miedo; su cabeza no encontró más reacción que la de atacar con machete en mano a su padre, lo golpeó en repetidas ocasiones, hasta que tomó la decisión de abrirle la tapa del cráneo y devorar la masa encefálica que de él salía, de igual forma chupó cada gota de sangre que abandonaba el cuerpo sin vida de Félix.

La purificación de su alma y la destrucción de una misteriosa sombra negra que habitaba en el cuerpo de su padre, fueron los pretextos que mencionó Francisco ante sus captores, “la sangre le quedó limpiecita, yo solo quería matar la sombra” repetía una y otra vez un escalofriante y frío Francisco, quién así respondía a los reporteros de el periódico “Mural” de Michoacán




¿Por qué lo mataste?

”No supe ni por qué.

Nomás lo que recuerdo es que andaba buscando como loco a ver qué había allí, pero no me dejaron ver; ahora busquen ustedes a ver qué es lo que hay”.

"No sé, ya me iba y después me regresé porque vi algo negro, como que alguien me dijo -sácala y cómetela -, y me la comí por eso.

La sangre quedó limpiecita.

Después de tantos putazos que me dieron quién sabe dónde vomité.

Cuando le pegué, que lo había matado de un machetazo, vide una sombra así como negra que se le metió en la cabeza, en los sesos, pero no supe qué fue.

Por eso me regresé a comerme eso para ver por qué se le había metido esa cosa tan oscura ahí. Ya después le quedó la sangre limpia.

A veces sentía odio por él, porque trataba re' feo a uno, pero yo no sabía ni sé por qué fue así.

Desde niño me traiba así, hasta a mi hija también le pegaba, no quería que nadie saliera de la casa, quería tenerlos encerrados".












7.4.09

Juan Orol en los libros


2.4.09

Asesino en serie de Indonesia lanza a la venta su CD



Al asesino en serie más célebre de Indonesia no le basta con la fama cosechada con sus horrendos crímenes. Verry Idham Henyansyah, más conocido como Ryan, quiere ser artista. Y aunque muera en el paredón y no en el escenario, quiere morir cantando. Como nunca es tarde si la dicha es buena, este mes de abril lanza a la venta su primer álbum, Mi última actuación.

Un título de humor negro, teniendo en cuenta que dentro de unos días se le dicta sentencia, muy probablemente una condena a ser ejecutado por un pelotón de fusilamiento.


Ryan, un ex modelo que fue detenido en julio pasado, ha tenido tiempo desde entonces para crear una docena de canciones. Las ha grabado en la misma prisión, ya que, dada su fama, no ha tenido problemas en hallar discográfica. En estos días previos a la salida del disco, Ryan, de 31 años, deleita a sus compañeros del trullo y a los carceleros con melifluas interpretaciones en primicia de temas tan sentidos como Mamá, perdóname o Quítame esos grilletes.


Y lo hace ataviado de blanco y con la cabeza cubierta al modo musulmán de Indonesia. "Parece una estrella, con esa cara de ángel", exclama un presidiario súbitamente enternecido. El asesino pop tampoco ha tenido problemas para encontrar una editorial, con la que el mes pasado publicó sus memorias, La historia de Ryan no contada. En ellas, el criminal admite los once asesinatos de que se le acusa e incluso adjunta un plano del jardín de sus padres, en el oriente rural de la isla de Java.


En él no localiza árboles frutales sino el lugar exacto donde enterró los cadáveres de sus víctimas. "Casi todos eran homosexuales como yo", explica Ryan. Con alguna excepción, como una mujer que se atrevió a insinuársele. Primero la mató a ella y luego a su hija de tres años, que había presenciado el asesinato. En el libro también revela su agitada trayectoria - de recitador del Corán a modelo - y los entresijos de su vida como homosexual en un país musulmán y puritano como Indonesia.


Su testamento de efímero icono islamo-gay,que no confirma ni desmiente la existencia de fotos en internet en las que aparecería desnudo. Aun así, Ryan se tiene por un hombre de principios: "El amor es muy importante para mí. Me pongo furioso cuando dicen que en el mundo gay no hay lealtad". Ryan se tomaba fatal las propuestas de otros hombres, a veces con dinero de por medio: "Me hacían sentir barato. Me enfadaba, nos peleábamos y, accidentalmente, los mataba", ha confesado.


Los celos también le jugaban malas pasadas. Su última víctima, Henry Santoso - un ex amante-,le ofreció dinero y un coche por acostarse con su nuevo novio. Loco de furia, Ryan asegura que, cuando se dio cuenta - navaja en mano- ya no tenía ante sí a un hombre, sino a siete pedazos malolientes, que cabían sin problemas en una maleta y una bolsa de viaje. Su hallazgo, en una cuneta de Yakarta, fue lo que permitió a la policía tirar del hilo. El abogado de la acusación, Budi Hartawan, parece ser de los pocos que no aplaude la súbita vocación cantora del asesino.


"Los crímenes de Henyansyah son sádicos y despiadados. Era plenamente consciente cuando cometía los asesinatos y no muestra remordimiento. Al ver que no era descubierto volvía a asesinar una y otra vez". El asesino pop apura estos días sus postreros días de fama, en que la gente forma cola para hacerse fotos ante su celda, ante la mirada complacida del personal de prisiones. Aunque no está nada claro que vaya a tener tiempo para disfrutar de sus derechos de autor.


A diferencia del más famoso de los criminales en serie asiáticos, Charles Sobhraj, un indovietnamita conocido com el asesino de bikinis. Sobhraj, que purga actualmente condena en una cárcel de Nepal, exprimió a los que quisieron relatar su historia en libros o películas, cobrando incluso cantidades astronómicas por las entrevistas que concedió durante sus años de libertad en París. Antes había desplumado a conciencia - de su dinero y su pasaporte-a sus víctimas occidentales en busca de exotismo a los que convertía en adeptos gracias a sus dotes de seductor. Después les suministraba un sorbito de veneno y volvía a cambiar de identidad.


Recientemente se inauguró una estatua de Sobhraj en un restaurante de Goa, que lo representa sentado y esposado en la misma mesa donde fue detenido por penúltima vez, en los ochenta. El restaurante, llamado O Coqueiro, fue galardonado el mes pasado, no por su dudoso humor sino por su cocina, de manos de la ministra de Cultura y, agárrense, del ministro del Interior.