9.4.09

La sangre enemiga




Imagina que te diriges al campo a ver a tu hijo de 45 años de edad, imagina que lo miras y detectas en su mirada una combinación de locura y rencor, observas su maltrecho cuerpo, la barba crecida y ropas que más bien parecen harapos. De repente, en solo un segundo lo tienes sobre de ti con un machete en la mano golpeándote la cabeza, bebiendo tu sangre y comiendo tu masa encefálica.

Si imaginarlo resulta complicado, entonces solo sumérgete al nauseabundo mundo de la nota roja mexicana y podrás encontrar datos y pormenores de esta crónica donde la sangre y el vampirismo abandona la literatura europea y se sitúa en la provincia de la república mexicana.


VAMPIRO MICHOACANO


Como salido de la más onda de las supersticiones, el martes 13 de enero de 2004, Francisco Maldonado García, se encontraba tranquilo en su choza del municipio de Indaparapeo, en Michoacán, por su cabeza nunca habían pasado las historias de vampiros clásicos de Europa del Este, jamás había conocido al mítico Bela Lugosi, ni se imaginaba la clásica representación cinematográfica del chupa sangre de capa y sombrero negro apareciendo entre niebla, sin embargo, Francisco estaba a escasos momentos de convertirse en uno de los pocos vampiros reales que la crónica policíaca ha recabado en la historia de nuestro país.

Hasta la choza en ruinas que sirvió como vivienda a Francisco durante más de 20 años, se acercaba con paso decidido Félix Maldonado, padre de Francisco, a quien, después de tiempo de no ver, fue en su búsqueda con la idea de recobrar algunas de las tierras que le pertenecían y que Francisco no se preocupaba por trabajar. Después de un pequeño intercambio verbal, los ojos de Francisco fueron invadidos por el rencor, la rabia y el miedo; su cabeza no encontró más reacción que la de atacar con machete en mano a su padre, lo golpeó en repetidas ocasiones, hasta que tomó la decisión de abrirle la tapa del cráneo y devorar la masa encefálica que de él salía, de igual forma chupó cada gota de sangre que abandonaba el cuerpo sin vida de Félix.

La purificación de su alma y la destrucción de una misteriosa sombra negra que habitaba en el cuerpo de su padre, fueron los pretextos que mencionó Francisco ante sus captores, “la sangre le quedó limpiecita, yo solo quería matar la sombra” repetía una y otra vez un escalofriante y frío Francisco, quién así respondía a los reporteros de el periódico “Mural” de Michoacán




¿Por qué lo mataste?

”No supe ni por qué.

Nomás lo que recuerdo es que andaba buscando como loco a ver qué había allí, pero no me dejaron ver; ahora busquen ustedes a ver qué es lo que hay”.

"No sé, ya me iba y después me regresé porque vi algo negro, como que alguien me dijo -sácala y cómetela -, y me la comí por eso.

La sangre quedó limpiecita.

Después de tantos putazos que me dieron quién sabe dónde vomité.

Cuando le pegué, que lo había matado de un machetazo, vide una sombra así como negra que se le metió en la cabeza, en los sesos, pero no supe qué fue.

Por eso me regresé a comerme eso para ver por qué se le había metido esa cosa tan oscura ahí. Ya después le quedó la sangre limpia.

A veces sentía odio por él, porque trataba re' feo a uno, pero yo no sabía ni sé por qué fue así.

Desde niño me traiba así, hasta a mi hija también le pegaba, no quería que nadie saliera de la casa, quería tenerlos encerrados".