7.8.06

“La buena nota roja contiene el drama y el dolor de la gente”

Por: Juan Carlos Aguilar García/ Crónica / 07/08/06
Hace exactamente veinte años Tomás Rojas Madrid inició su peregrinaje por el lado más sangriento de la ciudad de México. Ya nada lo sorprende. Asesinatos, incendios, choques, dramas pasionales o suicidios, son cosas con las que ha tenido que lidiar desde que se le presentó la oportunidad de cubrir la fuente de nota roja. “He visto miles de cadáveres, verdaderos ríos de sangre”, asegura. Actualmente es muy conocido entre los colegas periodistas, tal vez porque ha trabajado en diversos medios, como La Prensa, Tv Azteca y Televisa. En estos momentos labora para el periódico Impacto y la revista Alarma!, siempre recorriendo las oscuras calles de la ciudad en busca de la tragedia que pueda dar la nota. Lejos quedaron los tiempos en los que aspiraba ser reportero de deportes. La vida lo llevó por estos caminos siniestros, con olor a muerte, a los que su olfato ya se acostumbró.
Así lo relata Tomás en entrevista con Crónica desde la sala de prensa de la Secretaría de Seguridad Pública, donde pasa buena parte del día alerta a cualquier percance: “Lo que pasa es que cuando vienes de una familia que siempre ha sido muy luchona para salir adelante, aceptas trabajar donde te pongan. Por eso dije que sí a la nota roja”.
“Después me gustó y ahora aunque quiera ya no me puedo salir, pues los jefes de información de muchos periódicos saben que siempre estoy donde hay un asesinato, una ejecución o un gran incendio. Ahí estoy yo, pero sin que me mueva el morbo, lo que pasa es que el trabajo es el trabajo”.Recuerda que un día una vecina le pidió que llevara a La Prensa la fotografía de su hijo extraviado para que la publicaran. Ahí aprovechó para averiguar si necesitaban gente. “Hablé con Héctor Moctezuma de León, jefe de información, y me dijo que necesitaba a alguien que hiciera la guardia. Así empezó todo. Al mes y medio yo ya estaba como reportero titular de nota roja”.“Afortunadamente cuando fui alumno de la Carlos Septién acudí pero no estudié, si no ahorita sería director de comunicación social o hasta gobernador” (risas).
TRÁGICOS RECUERDOS.
Desde entonces comenzó su peregrinar por este mundo sangriento del que, apunta, uno de los acontecimientos que más lo han impactado, han sido tragedias como el incendio del Lobohombo, las explosiones en San Juanico o el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Sobre este último dice: “Me acuerdo que apenas terminó el candidato su discurso en Lomas Taurinas, me fui con mi compañero a la sala de prensa para enviar las notas. Teníamos algo de prisa porque había como 10 textos atrasados. De repente, cuando apenas íbamos en el primer párrafo de la primera nota, nos informan que algo le había pasado al candidato. No olvido los gritos de sorpresa y espanto que soltaron las reporteras en ese momento”, dice Tomás, que siempre lleva consigo su radio con la frecuencia de la policía. Por supuesto, después cubrió todo lo referente al magnicidio y al asesino Mario Aburto Martínez.
Luego, sin proponérselo, da una pequeña lección: “Aquí lo importante es contar, que el reportero traslade al lector al lugar de los hechos. Y no olvidar que lo más importante son los seres humanos: si no hay muertos no hay nota. Si se pelean unos gallos y se matan no es nota, si se cae un avión pero sólo hay heridos puede haber muy bonitas fotos pero no es noticioso.“En cambio, hay una gran nota si dos tipos se masacran a cuchilladas. Mejor aún cuando se trata de niños, como el que fue arrojado hace unos días en Ecatepec. Sucede que una madre parió en el baño de su casa y lo primero que hizo, en vez de abrazarlo, fue arrojarlo por la ventana. O aquel otro, de unos cinco años de edad, que apareció flotando en el canal de aguas negras.
“Te digo, la buena nota roja contiene el dolor de la gente, el drama que sufre, la intriga y el odio o hasta el amor que motivó a una persona a cometer un asesinato”.—Con un odio o amor fuera de control cualquiera, incluso tú, puede llegar a ser asesino.—No, yo no. A lo mejor es lo que dicen los psicólogos, pero la verdad es que yo sí le saco a estar 50 años en el tambo. Después de conocer la mayoría de los penales del país, y ver cómo está la situación allá adentro, no me voy a arriesgar para que me atoren. Refiere Tomás que ver innumerables tragedias, más que volverlo insensible lo han motivado a tomar precauciones extras para que él mismo no sea la nota roja.
“Más que insensible me he vuelto cuidadoso. Antes me metía al mero corazón de Tepito en la madrugada con cámara en mano, por lo que me gané un par de golpizas. Ahora ya no, ya aprendí”. Lo mismo quiero que pase con la gente que me lee, por eso les transmito ese mensaje a través de mis textos. Siempre trato de poner entre líneas que un accidente es siempre resultado de un descuido.“Cuando narro un crimen pasional, por ejemplo, les estoy diciendo a las personas que sean fieles porque hay quien no se aguanta. O que tengan cuidado al cruzar una calle, porque les puede pasar lo que al chavo que, por no fijarse, lo atropelló un trailer”.
—Después de ver tantas tragedias, ¿cómo no te gustaría morir?—No sé, más bien te puedo decir que si pudiera elegir el modo de morir elegiría un disparo; sería formidable, pues es una muerte sencilla y rápida, o un accidente automovilístico a más de 300 kilómetros por hora. No habría sufrimiento. A lo que sí le saco es a las pastillas de cianuro porque me pueden quemar la lengua (risas).