28.7.06

Crimen y castigo tecnológico

Por Octavio Cárdenas / Excélsior / Jul 2006
Un asesinato, cabellos, polvo blanco, una dirección. Así comienza su jornada.

El auto se detiene sacando humo y ruido del pavimento, atrae miradas. Con el impulso que llegó, baja y se abre paso entre los curiosos que bloquean la entrada.

"¡Aquí no hay nada que ver!", grita para alejar a los mirones. "Perito forense", susurra al primer uniformado que se le atraviesa.

Tras ponerse la reglamentaria bata blanca y los guantes de látex, deja que sus ojos divaguen por la escena.

Casquillos percutidos decoran la alfombra donde la víctima derramó sangre. Una caja de herramientas, que carga el perito como portafolios de oficina, guarda químicos, pinzas, bolsas de plástico, hisopos y un reloj de bolsillo —recuerdo de sus primeros días en la fuerza.

En su mente comienza a trazarse el mapa de lo ocurrido: ¿Hubo discusión de por medio?

En la azotea, un "azul"

La escena del crimen se limita a un cuarto de azotea. Una cama y una mesa lo saturan.

La recolección de las pruebas, lo que él llama el rompecabezas, será sencilla: pelos, casquillos, una computadora portátil, huellas digitales y el cuerpo. Todo catalogado y en su respectiva bolsa.

Algo no cuadra. Él pertenece a la Coordinación de Servicios Periciales en la Procuraduría General de la República, se ocupa de delitos del fuero federal y éste parece un simple homicidio.

"Un azul", le llama.

Hay un muro falso y detrás de éste varios "ladrillos" bañados en polvo blanco que no embonan. La palabra narco parpadea en su cabeza.

Tras recolectar muestras de las uñas y palmas del cadáver sabe que no hay nada más que hacer allí.

Una gota de sangre

De regreso a Reforma Norte, a las oficinas de Servicios Periciales, recuerda sus primeros días. Era 1977 cuando inició su carrera. En esa época se sentían afortunados si lograban dar con una cintra métrica. La escena del crimen se medía con pasos.

Ahora sabe que una gota de sangre o saliva, un pedazo de uña o un cabello son suficientes para dar con el culpable, con una certeza muy cercana al 100 por ciento, gracias al uso de tecnologías de la información.

El tránsito vehicular comienza a jugarle una desagradable broma y el auto patrulla se detiene por completo. Sus recuerdos lo siguen acosando. Ayer una buena confesión era más que suficiente. Hoy la reina de las pruebas es la tecnología.

El cigarrillo le quema los dedos y lo regresa al auto en Reforma.

Sabe que no hay crimen perfecto, sólo una mala o incompleta investigación, por lo que llegando al laboratorio escaneará las huellas digitales encontradas en el sistema automatizado de identificación de huellas dactilares (Automated Fingerprint Identification Systems, AFIS).

AFIS es más que un software que busca patrones en el registro que dejan los "dedos criminales", pues al contar con una base de datos nacional agiliza el trabajo y minimiza el riesgo de capturar a la persona equivocada.

Esta tecnología es igual a la que utilizan las policías de países como Japón, Francia o Estados Unidos, lo sabe porque él es uno de los 45 peritos mexicanos que se han capacitado en el extranjero. Aun recuerda las noches madrileñas después del curso.

Los casquillos los llevará al sistema automatizado de identificación balística (Integrated Ballistics Identification System, IBIS), que también reduce el tiempo que demanda esta labor. Algo de vital importancia si tomamos en cuenta que en la escena del crimen pueden existir varios cientos de proyectiles.

Con estos dos pasos espera saber quién y con qué victimó al hombre que dejó una clásica silueta blanca en esa casa rentada de la colonia Olivar del Conde. Falta conocer la identidad de la víctima.

Técnicas de vanguardia

Avanza hasta los laboratorios de genética forense, uno dedicado al ADN nuclear, que analiza el núcleo de la célula donde reside la herencia de ambos padres, y otro mitocondrial, es decir, que estudia una estructura celular donde sólo se registra la herencia materna.

Él sabe que estas técnicas son muy avanzadas. En América sólo nuestro país y Estados Unidos cuentan con este sistema que cobró relevancia en el 2001, por ser el único que podría dar con la identificación de las víctimas de World Trade Center de Nueva York.

Con muestras de hígado, incluso sangre del cadáver, sabrán si antes de dejar este mundo estuvo consumiendo drogas, alcohol o si fue envenenado. Una muestra del polvo blanco lo entregará a otro laboratorio, donde reactivos químicos permitirán saber qué es sin destruirla.

Luego regresará al Ministerio Público. Todo es evidencia.

La laptop queda en manos de Cómputo Forense, quienes descubrirán quién, para qué y cómo la utilizó.

Todos estos estudios se realizan con sofisticados equipos que descomponen y estudian estructuras, conectados a computadoras que hacen la lectura y buscan patrones.

Ahora sólo falta esperar. Y comprobar su hipótesis.

Sus años de experiencia determinan que la víctima se dedicaba al narcotráfico, pero este homicidio tiene tintes pasionales.

Con los resultados en la mano, comienzan la persecución y captura del criminal.

Él sabe que esa época en que los inocentes llenaban las cárceles están quedando atrás, al menos en lo que a las pruebas periciales se refiere.

E intuye que cientos de empresas que prefieren el anonimato, se enriquecen con estos desarrollos.

Entretanto, ironiza: "Si nos hubieran dado el caso de Pepe el Toro, habríamos descubierto que era inocente".

Servicios periciales

Es un área dentro de la Procuraduría General de la República que brinda auxilio tecnológico y científico al ministerio público y jueces de distrito para el esclarecimiento de un probable hecho delictivo.

Laboratorios regionales

2000 - Uno en la ciudad de México

2006 - Cinco (Cancún, Oaxaca, Guadalajara, y Reynosa). Por inaugurarse uno más en Tijuana.

La inversión para estos laboratorios asciende a 120 millones de pesos.

Interrogatorio

—Pero… si existen herramientas tecnológicas, personal capacitado y hasta certificación ISO 9001:2000 de sus procesos, ¿por qué es común escuchar que presuntos criminales, como los narcos, son liberados por falta de pruebas?—, pregunta el reportero.

—El juez valora el dictamen, pero también puede desecharlo. Yo mismo no entiendo cuando ante hechos tangibles (los equipos responden con una certeza del 99.99 por ciento), venga una absolución—, responde Miguel Óscar Aguilar Ruiz, director general de la Coordinación de Servicios Periciales en la Procuraduría General de la República (PGR).