Delatan al Caníbal en homicidio de ex novia
Su cómplice, confeso, ayudóa trasladar al panteón a la mujer mutilada
Juan Carlos Monroy Pérez, presunto cómplice de José Luis Calva Zepeda, el Caníbal de la Guerrero, lo incriminó de asesinar y mutilar a Verónica Consuelo Martínez Casarrubia, una de las víctimas cuyos restos fueron encontrados cerca del panteón de San Agustín, en Chimalhuacán, en abril de 2004.
Monroy Pérez, detenido en Chimalhuacán la noche del viernes por policías ministeriales del estado de México, admitió ante elementos de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) que ayudó a Calva Zepeda a trasladar el cuerpo de Verónica Consuelo al panteón, con quien también sostuvo una relación amorosa.
Estas declaraciones contradicen lo dicho por Calva Zepeda ante las autoridades de Chimalhuacán.
El miércoles pasado desde el hospital de Xoco, Calva Zepeda negó estar relacionado con la muerte de Consuelo.
Con base en la averiguación previa CHIM /III/1942/04, Calva Zepeda fue interrogado por más de cuatro horas sobre su responsabilidad en la muerte de Martínez Casarrubia, quien fue hallada el 30 de abril de 2004 descuartizada, empaquetada en un panteón.
Juan Carlos Monroy es pieza clave en la investigación, pues en su primera declaración ministerial confesó que tuvo una relación homosexual con Calva Zepeda en 2003, a quien compró un auto y un departamento.
Al igual que lo hizo la madrugada del pasado martes ante el Ministerio Público de la PGJDF, Calva Zepeda reconoció que sostuvo una relación sentimental con Verónica Consuelo, después de que se la presentó su amigo Juan Carlos Monroy, no obstante negó haber sido autor de su homicidio.
La Procuraduría mexiquense detuvo a Juan Carlos Monroy por su complicidad en la muerte de Verónica Consuelo en abril de 2004.
Monroy se deslindó de los otros dos homicidios de mujeres y mutilaciones posteriores que se le imputan a Calva Zepeda.
La ´Procuraduría del estado de México investiga al Caníbal de la Guerrero por el homicidio de otra mujer de nombre Marlene ocurrida también en Chimalhuacán.
El caníbal hizo cortes precisos, dice forense
Los cortes hechos al cuerpo de Alejandra Galeana Garabito no fueron los de un asesino improvisado.
José Luis Calva sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Sólo alguien con conocimientos de anatomía o que haya visto una y otra vez las técnicas para hacer cortes a un cuerpo humano, habría hecho lo que él, señala el doctor Mario Susano Pompeyo, subdirector técnico del Servicio Médico Forense (Semefo).
Se trata de un caso singular, “fuera de lo común”, dice en entrevista al revisar los detalles más importantes del crimen “cometido por una persona de un nivel muy alto de violencia”. Para las estadísticas, este es uno de los casos que suceden rara vez en la capital del país, y que por su naturaleza atraen de inmediato la atención de la opinión pública.
Los asesinatos que terminan en el descuartizamiento de las víctimas son poco menos que frecuentes, explica el funcionario del Forense del Distrito Federal.
“En unos 20 años de servicio, creo que no ha habido más de 10 casos de descuartizamiento. Las cifras son bajas; uno o cuando mucho dos casos por año”, recuerda.
Pero nada comparado con éste, en el que hay violencia extrema, el desmembramiento del cuerpo y además un posible acto de antropofagia, señala el doctor Pompeyo.
“En primer lugar, no es fácil privar de la vida a un ser humano; luego, segmentar el cuerpo, cortarlo en varias partes es muy complicado y se requiere un lugar para hacerlo, además de tener en cuenta la cantidad de sangre que se derrama, que son unos cinco litros en el caso de una mujer de esas características (1.62 metros de estatura contra 1.70 metros de Calva Zepeda)”.
Todavía no se puede determinarque se trata de un asesino en serie
También hay que ver cómo desaparecer esa cantidad de sangre y tener los instrumentos para hacerlo, asegura.
“No es sencillo, no es fácil. Este tipo de persona debe tener cierto conocimiento de anatomía, porque en el caso particular de la señorita de la colonia Guerrero (Alejandra Galeana Garabito), el cuerpo está desarticulado, desmembrado a nivel de articulaciones”, asegura.
Los cortes fueron precisos y “limpios”, dice el subdirector técnico del Semefo.
En este caso, “la persona sí tiene ciertos conocimientos y habilidad para seccionar un cuerpo”, añade el doctor.
“Creo que se trata de una persona muy hábil, que sabe cómo desviar la atención de la autoridad”, señala Mario Susano Pompeyo.
“Ese tipo tiene toda la capacidad para hacer ese trabajo, descuartizar un cuerpo en los sitios más fáciles que son las articulaciones”, precisa.
En todo caso, José Luis Calva “es un tipo que sabe perfectamente qué hacer, es plenamente responsable de sus actos, pero no se puede decir aún que se trate de un asesino serial o en serie, porque no ha quedado establecido a plenitud que los crímenes los haya cometido él solo y esto es lo que hay que profundizar, no hay que dejar el caso sin ir a fondo”, añade.
Tiene caníbal historia de infancia difícil y abusos
En la vida de José Luis Calva Zepeda existe una persona que lo ha marcado de fondo: su madre, a quien describe como una mujer dura y castrante
En la vida de José Luis Calva Zepeda existe una persona que lo ha marcado de fondo: su madre, a quien describe como una mujer dura y castrante.
En la cama del hospital Xoco, donde permanece internado, el presunto asesino y caníbal de mujeres ha tenido conversaciones cortas con autoridades judiciales que reflejan pasajes de su vida familiar y personal.
A unos metros de su cama se escucha un radio, que cuando pasa las noticias sobre “el caníbal de la colonia Guerrero”, el personal del hospital sube el volumen. Esto irrita a José Luis, quien a veces reclama y otras veces ríe por el mote que le han puesto.
Calva Zepeda refirió que ha tenido una vida errante. Sin precisar fecha, ha dicho que vivió en una casa de huéspedes en la colonia Buenavista; que vivió en Jardines de Morelos, Ecatepec, en Nezahualcóyotl y en Gustavo A. Madero.
En una primera valoración efectuada por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) se le perfila como un hombre que proviene de una familia de clase media, venida a menos, que en sus inicios vivieron en la colonia Del Valle.
Sin embargo, al paso de los años remataron sus bienes y se mudaron al norte de la ciudad e incluso a algunos municipios del estado de México.
“Es un cínico, para todo tiene una respuesta; nos dice entre risas que lamenta no podernos ayudar a esclarecer algunos crímenes. Sin embargo, tiene muy claro que enfrenta una situación legal adversa, es entonces cuando se muestra preocupado”, describe una fuente de la PGJDF, cercana a la investigación.
De estos pedazos que cuenta de su vida se sabe que hace cuatro años era taxista y fue cuando conoció a Juan Pablo Monroy Pérez. Sin embargo, no habla de una relación entre ellos.
En los interrogatorios, la policía vuelve al punto y le pregunta sobre su madre. En ese momento recula, se queda callado, y no habla del tema.
De sus cinco hermanos —Patricia, Claudia, Jorge, Guadalupe y Elena—, es con los tres últimos con quienes mantiene una relación estrecha. El vínculo con la madre no se ha roto.
En agosto pasado, cuando José Luis presentó el drama Réquiem de un alma en pena en el café internet Dejá-vu, acudieron dos hermanas, un cuñado y su madre, según consta en una fotografía del expediente en poder de la Fiscalía de Homicidios.
Podría intentar suicidarse
En tanto, las primeras evaluaciones periciales siquiátricas practicadas por la Procuraduría capitalina indican que Calva fue un niño abandonado, con una infancia difícil en la que sufrió abusos quizá de tipo sexual.
Vivió condiciones de abandono, huyó de su casa y tuvo una familia desintegrada. A veces estuvo en la calle y empezó a delinquir —desde robo hasta abuso sexual—, señala Rodolfo Rojo, Coordinador de Servicios Periciales de la PGJDF.
Los exámenes han confirmado su estado depresivo y “el riesgo de que intente quitarse la vida en prisión o durante el proceso”, advierte Rojo.
Por eso, se considera conveniente vigilarlo de forma especial cuando sea enviado al reclusorio, pues con sus antecedentes, depresión y el abuso de drogas y alcohol “podría intentar de nuevo el suicidio, no como una salida ante el hecho de ser descubierto por los asesinatos, sino como parte de su proceso de desgaste”, añade.
El doctor Rojo lleva cerca de nueve meses como coordinador de Servicios Periciales y en ese lapso y en su carrera no recuerda un caso tan delicado y fuerte como éste.
Una primera exploración hecha por un equipo de peritos siquiatras establece rasgos sociópatas en la personalidad de Calva.
Los encargados de entrevistar a Calva Zepeda han establecido también que tiene capacidad de saber lo que hace y que estaba consciente de lo que sucedía el día que se descubrió el asesinato de Alejandra Galeana Garabito en el departamento que rentaba en Mosqueta 198-17.
Pero hay un aspecto que no han podido confirmar los peritos de la PGJDF: la versión sobre una primera unión de José Luis Calva Zepeda con otra mujer con la que habría tenido dos hijos a finales de los 90.
Agrega que “esta persona tuvo una buena época en su vida tras pasar largo tiempo en las calles; vivió en diversos sitios y empezó a ganar buen dinero con los textos que vendía, pero sus estados depresivos lo fueron llevando a consumir alcohol sin control y más tarde empezó a usar cocaína”.
Al parecer, José Luis Calva Zepeda no tenía salida. Su dependencia y necesidad de realizar fantasías cada más graves lo fueron acorralando, agrega Rodolfo Rojo.
Juan Carlos Monroy Pérez, presunto cómplice de José Luis Calva Zepeda, el Caníbal de la Guerrero, lo incriminó de asesinar y mutilar a Verónica Consuelo Martínez Casarrubia, una de las víctimas cuyos restos fueron encontrados cerca del panteón de San Agustín, en Chimalhuacán, en abril de 2004.
Monroy Pérez, detenido en Chimalhuacán la noche del viernes por policías ministeriales del estado de México, admitió ante elementos de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) que ayudó a Calva Zepeda a trasladar el cuerpo de Verónica Consuelo al panteón, con quien también sostuvo una relación amorosa.
Estas declaraciones contradicen lo dicho por Calva Zepeda ante las autoridades de Chimalhuacán.
El miércoles pasado desde el hospital de Xoco, Calva Zepeda negó estar relacionado con la muerte de Consuelo.
Con base en la averiguación previa CHIM /III/1942/04, Calva Zepeda fue interrogado por más de cuatro horas sobre su responsabilidad en la muerte de Martínez Casarrubia, quien fue hallada el 30 de abril de 2004 descuartizada, empaquetada en un panteón.
Juan Carlos Monroy es pieza clave en la investigación, pues en su primera declaración ministerial confesó que tuvo una relación homosexual con Calva Zepeda en 2003, a quien compró un auto y un departamento.
Al igual que lo hizo la madrugada del pasado martes ante el Ministerio Público de la PGJDF, Calva Zepeda reconoció que sostuvo una relación sentimental con Verónica Consuelo, después de que se la presentó su amigo Juan Carlos Monroy, no obstante negó haber sido autor de su homicidio.
La Procuraduría mexiquense detuvo a Juan Carlos Monroy por su complicidad en la muerte de Verónica Consuelo en abril de 2004.
Monroy se deslindó de los otros dos homicidios de mujeres y mutilaciones posteriores que se le imputan a Calva Zepeda.
La ´Procuraduría del estado de México investiga al Caníbal de la Guerrero por el homicidio de otra mujer de nombre Marlene ocurrida también en Chimalhuacán.
El caníbal hizo cortes precisos, dice forense
Los cortes hechos al cuerpo de Alejandra Galeana Garabito no fueron los de un asesino improvisado.
José Luis Calva sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Sólo alguien con conocimientos de anatomía o que haya visto una y otra vez las técnicas para hacer cortes a un cuerpo humano, habría hecho lo que él, señala el doctor Mario Susano Pompeyo, subdirector técnico del Servicio Médico Forense (Semefo).
Se trata de un caso singular, “fuera de lo común”, dice en entrevista al revisar los detalles más importantes del crimen “cometido por una persona de un nivel muy alto de violencia”. Para las estadísticas, este es uno de los casos que suceden rara vez en la capital del país, y que por su naturaleza atraen de inmediato la atención de la opinión pública.
Los asesinatos que terminan en el descuartizamiento de las víctimas son poco menos que frecuentes, explica el funcionario del Forense del Distrito Federal.
“En unos 20 años de servicio, creo que no ha habido más de 10 casos de descuartizamiento. Las cifras son bajas; uno o cuando mucho dos casos por año”, recuerda.
Pero nada comparado con éste, en el que hay violencia extrema, el desmembramiento del cuerpo y además un posible acto de antropofagia, señala el doctor Pompeyo.
“En primer lugar, no es fácil privar de la vida a un ser humano; luego, segmentar el cuerpo, cortarlo en varias partes es muy complicado y se requiere un lugar para hacerlo, además de tener en cuenta la cantidad de sangre que se derrama, que son unos cinco litros en el caso de una mujer de esas características (1.62 metros de estatura contra 1.70 metros de Calva Zepeda)”.
Todavía no se puede determinarque se trata de un asesino en serie
También hay que ver cómo desaparecer esa cantidad de sangre y tener los instrumentos para hacerlo, asegura.
“No es sencillo, no es fácil. Este tipo de persona debe tener cierto conocimiento de anatomía, porque en el caso particular de la señorita de la colonia Guerrero (Alejandra Galeana Garabito), el cuerpo está desarticulado, desmembrado a nivel de articulaciones”, asegura.
Los cortes fueron precisos y “limpios”, dice el subdirector técnico del Semefo.
En este caso, “la persona sí tiene ciertos conocimientos y habilidad para seccionar un cuerpo”, añade el doctor.
“Creo que se trata de una persona muy hábil, que sabe cómo desviar la atención de la autoridad”, señala Mario Susano Pompeyo.
“Ese tipo tiene toda la capacidad para hacer ese trabajo, descuartizar un cuerpo en los sitios más fáciles que son las articulaciones”, precisa.
En todo caso, José Luis Calva “es un tipo que sabe perfectamente qué hacer, es plenamente responsable de sus actos, pero no se puede decir aún que se trate de un asesino serial o en serie, porque no ha quedado establecido a plenitud que los crímenes los haya cometido él solo y esto es lo que hay que profundizar, no hay que dejar el caso sin ir a fondo”, añade.
Tiene caníbal historia de infancia difícil y abusos
En la vida de José Luis Calva Zepeda existe una persona que lo ha marcado de fondo: su madre, a quien describe como una mujer dura y castrante
En la vida de José Luis Calva Zepeda existe una persona que lo ha marcado de fondo: su madre, a quien describe como una mujer dura y castrante.
En la cama del hospital Xoco, donde permanece internado, el presunto asesino y caníbal de mujeres ha tenido conversaciones cortas con autoridades judiciales que reflejan pasajes de su vida familiar y personal.
A unos metros de su cama se escucha un radio, que cuando pasa las noticias sobre “el caníbal de la colonia Guerrero”, el personal del hospital sube el volumen. Esto irrita a José Luis, quien a veces reclama y otras veces ríe por el mote que le han puesto.
Calva Zepeda refirió que ha tenido una vida errante. Sin precisar fecha, ha dicho que vivió en una casa de huéspedes en la colonia Buenavista; que vivió en Jardines de Morelos, Ecatepec, en Nezahualcóyotl y en Gustavo A. Madero.
En una primera valoración efectuada por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) se le perfila como un hombre que proviene de una familia de clase media, venida a menos, que en sus inicios vivieron en la colonia Del Valle.
Sin embargo, al paso de los años remataron sus bienes y se mudaron al norte de la ciudad e incluso a algunos municipios del estado de México.
“Es un cínico, para todo tiene una respuesta; nos dice entre risas que lamenta no podernos ayudar a esclarecer algunos crímenes. Sin embargo, tiene muy claro que enfrenta una situación legal adversa, es entonces cuando se muestra preocupado”, describe una fuente de la PGJDF, cercana a la investigación.
De estos pedazos que cuenta de su vida se sabe que hace cuatro años era taxista y fue cuando conoció a Juan Pablo Monroy Pérez. Sin embargo, no habla de una relación entre ellos.
En los interrogatorios, la policía vuelve al punto y le pregunta sobre su madre. En ese momento recula, se queda callado, y no habla del tema.
De sus cinco hermanos —Patricia, Claudia, Jorge, Guadalupe y Elena—, es con los tres últimos con quienes mantiene una relación estrecha. El vínculo con la madre no se ha roto.
En agosto pasado, cuando José Luis presentó el drama Réquiem de un alma en pena en el café internet Dejá-vu, acudieron dos hermanas, un cuñado y su madre, según consta en una fotografía del expediente en poder de la Fiscalía de Homicidios.
Podría intentar suicidarse
En tanto, las primeras evaluaciones periciales siquiátricas practicadas por la Procuraduría capitalina indican que Calva fue un niño abandonado, con una infancia difícil en la que sufrió abusos quizá de tipo sexual.
Vivió condiciones de abandono, huyó de su casa y tuvo una familia desintegrada. A veces estuvo en la calle y empezó a delinquir —desde robo hasta abuso sexual—, señala Rodolfo Rojo, Coordinador de Servicios Periciales de la PGJDF.
Los exámenes han confirmado su estado depresivo y “el riesgo de que intente quitarse la vida en prisión o durante el proceso”, advierte Rojo.
Por eso, se considera conveniente vigilarlo de forma especial cuando sea enviado al reclusorio, pues con sus antecedentes, depresión y el abuso de drogas y alcohol “podría intentar de nuevo el suicidio, no como una salida ante el hecho de ser descubierto por los asesinatos, sino como parte de su proceso de desgaste”, añade.
El doctor Rojo lleva cerca de nueve meses como coordinador de Servicios Periciales y en ese lapso y en su carrera no recuerda un caso tan delicado y fuerte como éste.
Una primera exploración hecha por un equipo de peritos siquiatras establece rasgos sociópatas en la personalidad de Calva.
Los encargados de entrevistar a Calva Zepeda han establecido también que tiene capacidad de saber lo que hace y que estaba consciente de lo que sucedía el día que se descubrió el asesinato de Alejandra Galeana Garabito en el departamento que rentaba en Mosqueta 198-17.
Pero hay un aspecto que no han podido confirmar los peritos de la PGJDF: la versión sobre una primera unión de José Luis Calva Zepeda con otra mujer con la que habría tenido dos hijos a finales de los 90.
Agrega que “esta persona tuvo una buena época en su vida tras pasar largo tiempo en las calles; vivió en diversos sitios y empezó a ganar buen dinero con los textos que vendía, pero sus estados depresivos lo fueron llevando a consumir alcohol sin control y más tarde empezó a usar cocaína”.
Al parecer, José Luis Calva Zepeda no tenía salida. Su dependencia y necesidad de realizar fantasías cada más graves lo fueron acorralando, agrega Rodolfo Rojo.
1 Comments:
Muy buenas noches, antes que nada me gustaría comentarte que he tenido el gusto de leer los artículos del blogg y me parecen excelentes. Me gustaría tener un medio para poder contactarte dado que en este momento me encuentro realizando una investigación acerca de psicología social y medios de comunicación, la idea es enfocarlo a la revista alarma y como colaborador sería excelente si nos pudieras apoyar con tu punto de vista. Mi nombre es Carmen Rangel y mi mail es karmenrangelleon@hotmail.com, te agradecería contestaras cualquiera que sea tu respuesta dado que me encantaría incluirte y debo saber si puedo contar con esto, gracias.
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