2.3.06

''No sólo mentes dañadas se deleitan con la sangre''

Cubrir la fuente de nota roja no es fácil. Eso lo tiene muy claro Ricardo Ham, especialista en asesinos en serie y en la maldad humana, quien no duda en asegurar que ”para ser reportero de nota roja lo primero que se necesita es tener un estómago muy resistente porque se va a enfrentar a escenas tan sangrientas que no ha visto ni en pesadillas”. Aún más: “Visualmente llegar a ver un cadáver es algo terrible, pero también puede serlo la historia que hay detrás de todo eso; de hecho la historia puede resultar más cruel que la sola imagen”, expresa Ham en la conferencia Nota roja y literatura, realizada en la XXVII Feria Internacional del Libro de Minería en la que, entre otras cosas, salieron a relucir trabajos en que se fusionan ambos géneros como A Sangre fría de Truman Capote o Noticia de un secuestro de García Márquez.

En el acto se hizo acompañar por Miguel Ángel Rodríguez, otro conocedor de estos mundos siniestros, quien ha trabajado durante 25 años para la revista Alarma! —los últimos tres como director— en los que, presume, “he visto millones de fotografías tan crueles que nadie las podría imaginar”. Pero antes de arrancarse a contar algunas de sus experiencias más “alarmantes” en todo este tiempo de trabajo, aclara: “A mucha gente le gusta la nota roja, lo que pasa es que le da pena manifestarlo; no se atreven a decir ‘disfruto viendo un cadáver’. Creo que no tiene nada de malo, finalmente la muerte es algo natural que ocurre de manera sangrienta todos los días. No tenemos porque esconder algo tan real que está siempre al lado de nosotros”.

Así, Miguel Ángel echa por tierra la creencia de que sólo las “mentes dañadas” se deleitan con la sangre. Y tiene razón. Tan sólo en el D.F. Alarma! vende cada semana 200 mil ejemplares, sin contar los que se adquieren en el resto del país, Estados Unidos, España, Cuba e incluso Japón, en donde se distribuye en los barrios underground. Asimismo, quita la idea de que son los pobres los únicos que pueden llegar a mostrar tal nivel de barbarie. “A veces creemos que las personas que aparecen en Alarma! o en La Prensa son de estrato social bajo, pero no.

El crimen ocurre en todos lados y en todos los estratos. “Recuerdo, por ejemplo, el famoso caso de Gilberto Flores, un muchacho rico, estudiante de un colegio muy exclusivo, que asesinó a sus abuelos a machetazos para quedarse con toda la herencia; el abuelo había sido senador, diputado, gobernador y candidato a la presidencia en 1957. En esa ocasión Alarma! tituló la nota con un contundente ‘Los ricos también matan’ ”. Ya encarrilado, no titubea en relatar uno de los episodios más impactantes que ha visto: “Hace como 10 años tuvimos el asunto de un señor que le fue a cobrar a un carnicero 100 pesos que le debía. El carnicero ya había cerrado su local pero seguía dentro jugando baraja y dominó con un grupo de amigos. Hicieron pasar al cobrador y luego de un rato, en medio del juego y el alcohol, lo mataron. Pero no contentos con eso decidieron utilizar la sierra con la que cortan la carne ¡para descuartizarlo! Le hicieron cortes pequeños en la rodilla, en la pelvis, en la cadera, los brazos y la cabeza. Esa fotografías nunca se publicaron”.

Luego de dar una “probadita” de su extenso anecdotario dice confiado que “a mí me pueden platicar lo que quieran, incluso inventar, y no importa, porque al final yo podría platicarles algo real mucho peor. La ficción nunca va a superar a la realidad”.

Publicado en Crónica 02/03/06