28.7.06

Crimen y castigo tecnológico

Por Octavio Cárdenas / Excélsior / Jul 2006
Un asesinato, cabellos, polvo blanco, una dirección. Así comienza su jornada.

El auto se detiene sacando humo y ruido del pavimento, atrae miradas. Con el impulso que llegó, baja y se abre paso entre los curiosos que bloquean la entrada.

"¡Aquí no hay nada que ver!", grita para alejar a los mirones. "Perito forense", susurra al primer uniformado que se le atraviesa.

Tras ponerse la reglamentaria bata blanca y los guantes de látex, deja que sus ojos divaguen por la escena.

Casquillos percutidos decoran la alfombra donde la víctima derramó sangre. Una caja de herramientas, que carga el perito como portafolios de oficina, guarda químicos, pinzas, bolsas de plástico, hisopos y un reloj de bolsillo —recuerdo de sus primeros días en la fuerza.

En su mente comienza a trazarse el mapa de lo ocurrido: ¿Hubo discusión de por medio?

En la azotea, un "azul"

La escena del crimen se limita a un cuarto de azotea. Una cama y una mesa lo saturan.

La recolección de las pruebas, lo que él llama el rompecabezas, será sencilla: pelos, casquillos, una computadora portátil, huellas digitales y el cuerpo. Todo catalogado y en su respectiva bolsa.

Algo no cuadra. Él pertenece a la Coordinación de Servicios Periciales en la Procuraduría General de la República, se ocupa de delitos del fuero federal y éste parece un simple homicidio.

"Un azul", le llama.

Hay un muro falso y detrás de éste varios "ladrillos" bañados en polvo blanco que no embonan. La palabra narco parpadea en su cabeza.

Tras recolectar muestras de las uñas y palmas del cadáver sabe que no hay nada más que hacer allí.

Una gota de sangre

De regreso a Reforma Norte, a las oficinas de Servicios Periciales, recuerda sus primeros días. Era 1977 cuando inició su carrera. En esa época se sentían afortunados si lograban dar con una cintra métrica. La escena del crimen se medía con pasos.

Ahora sabe que una gota de sangre o saliva, un pedazo de uña o un cabello son suficientes para dar con el culpable, con una certeza muy cercana al 100 por ciento, gracias al uso de tecnologías de la información.

El tránsito vehicular comienza a jugarle una desagradable broma y el auto patrulla se detiene por completo. Sus recuerdos lo siguen acosando. Ayer una buena confesión era más que suficiente. Hoy la reina de las pruebas es la tecnología.

El cigarrillo le quema los dedos y lo regresa al auto en Reforma.

Sabe que no hay crimen perfecto, sólo una mala o incompleta investigación, por lo que llegando al laboratorio escaneará las huellas digitales encontradas en el sistema automatizado de identificación de huellas dactilares (Automated Fingerprint Identification Systems, AFIS).

AFIS es más que un software que busca patrones en el registro que dejan los "dedos criminales", pues al contar con una base de datos nacional agiliza el trabajo y minimiza el riesgo de capturar a la persona equivocada.

Esta tecnología es igual a la que utilizan las policías de países como Japón, Francia o Estados Unidos, lo sabe porque él es uno de los 45 peritos mexicanos que se han capacitado en el extranjero. Aun recuerda las noches madrileñas después del curso.

Los casquillos los llevará al sistema automatizado de identificación balística (Integrated Ballistics Identification System, IBIS), que también reduce el tiempo que demanda esta labor. Algo de vital importancia si tomamos en cuenta que en la escena del crimen pueden existir varios cientos de proyectiles.

Con estos dos pasos espera saber quién y con qué victimó al hombre que dejó una clásica silueta blanca en esa casa rentada de la colonia Olivar del Conde. Falta conocer la identidad de la víctima.

Técnicas de vanguardia

Avanza hasta los laboratorios de genética forense, uno dedicado al ADN nuclear, que analiza el núcleo de la célula donde reside la herencia de ambos padres, y otro mitocondrial, es decir, que estudia una estructura celular donde sólo se registra la herencia materna.

Él sabe que estas técnicas son muy avanzadas. En América sólo nuestro país y Estados Unidos cuentan con este sistema que cobró relevancia en el 2001, por ser el único que podría dar con la identificación de las víctimas de World Trade Center de Nueva York.

Con muestras de hígado, incluso sangre del cadáver, sabrán si antes de dejar este mundo estuvo consumiendo drogas, alcohol o si fue envenenado. Una muestra del polvo blanco lo entregará a otro laboratorio, donde reactivos químicos permitirán saber qué es sin destruirla.

Luego regresará al Ministerio Público. Todo es evidencia.

La laptop queda en manos de Cómputo Forense, quienes descubrirán quién, para qué y cómo la utilizó.

Todos estos estudios se realizan con sofisticados equipos que descomponen y estudian estructuras, conectados a computadoras que hacen la lectura y buscan patrones.

Ahora sólo falta esperar. Y comprobar su hipótesis.

Sus años de experiencia determinan que la víctima se dedicaba al narcotráfico, pero este homicidio tiene tintes pasionales.

Con los resultados en la mano, comienzan la persecución y captura del criminal.

Él sabe que esa época en que los inocentes llenaban las cárceles están quedando atrás, al menos en lo que a las pruebas periciales se refiere.

E intuye que cientos de empresas que prefieren el anonimato, se enriquecen con estos desarrollos.

Entretanto, ironiza: "Si nos hubieran dado el caso de Pepe el Toro, habríamos descubierto que era inocente".

Servicios periciales

Es un área dentro de la Procuraduría General de la República que brinda auxilio tecnológico y científico al ministerio público y jueces de distrito para el esclarecimiento de un probable hecho delictivo.

Laboratorios regionales

2000 - Uno en la ciudad de México

2006 - Cinco (Cancún, Oaxaca, Guadalajara, y Reynosa). Por inaugurarse uno más en Tijuana.

La inversión para estos laboratorios asciende a 120 millones de pesos.

Interrogatorio

—Pero… si existen herramientas tecnológicas, personal capacitado y hasta certificación ISO 9001:2000 de sus procesos, ¿por qué es común escuchar que presuntos criminales, como los narcos, son liberados por falta de pruebas?—, pregunta el reportero.

—El juez valora el dictamen, pero también puede desecharlo. Yo mismo no entiendo cuando ante hechos tangibles (los equipos responden con una certeza del 99.99 por ciento), venga una absolución—, responde Miguel Óscar Aguilar Ruiz, director general de la Coordinación de Servicios Periciales en la Procuraduría General de la República (PGR).

25.7.06

Roban 1 ton de químico base de droga sintética

Un comando asaltó los laboratorios Productos Medix y robó 40 tambos de seudoefedrina con 25 kilogramos cada uno, además de dar muerte a tres vigilantes privados y a un policía del estado de México.

El costo de cada envase asciende a 130 mil dólares aproximadamente, por lo que el monto de lo robado se calcula en 5 millones 200 mil dólares (cerca de 57 millones de pesos).

La sustancia se utiliza para elaborar medicamentos, aunque también para hacer drogas sintéticas conocidas como ice y cristal.

El robo ocurrió durante la madrugada. Los ladrones desconectaron el sistema de video-seguridad y tras atar y amordazar a los vigilantes, les dieron muerte con un arma blanca.

Los cuerpos de Felipe Rodríguez Coyote, David Navarrete Cruz, Juan Carlos Salgado y Raúl Marín Delgado se encontraron en dos casetas de seguridad. Víctor Manuel Juárez García, quien sobrevivió al ataque, pudo salir a la calle a pedir auxilio.

El abogado Mario Lazcano dijo que los tambos con seudoefedrina -conocida como clorhidrato de efedrina- fueron vaciados en un contenedor y luego abandonados vacíos.
El Universal 25/jul/06

21.7.06

El Profeta Mimí

El profeta Mimi de José Estrada (1972) es una historia interesante sobre una extraña especie de asesino serial físicamente muy parecido al recordado asesino de los años 50 Higinio Sobera de la Flor; experto mecanógrafo y amante de la ópera, que ahorca a prostitutas con un cordón negro con el fin y excusa de librarlas de su jodida vida (cualquier semejanza con el también homicida Goyo Cárdenas es pura coincidencia). Estrada conjunta un buen reparto entre los que resalta López Tarso y Ana Martín además de realizar excelentes locaciones en el centro histórico de la Ciudad de México recordándonos viejos personajes como las clásicas putas de barrio y los desaparecidos escritores de cartas de la Plaza de Santo Domingo.



18.7.06

Cita con la muerte

En exclusiva tenemos fragmentos del documental "Cita con la muerte", donde se culpa a Castro de la muerte de Kenedy

17.7.06

Pablo Escobar

Esta es la entrada de el documental PAblo Escobar, de venta en tepito

14.7.06

Glaucoma Policiaco

la revista Glaucoma dedica su número 2 a lo policiaco, este es el link
(Glaucoma)

Trailer

Excelente foto


12.7.06

El rigor de la muerte


Trabajar con la muerte significa para el Servicio Médico Forense tratar con el dolor de la gente. "La muerte de una persona le debe doler a la sociedad, sea un indigente o una persona de la clase alta", aseguran sus médicos, quienes como analistas de cadáveres tienen, sin duda, una de las tareas más complicadas en la ciudad, pues nadie mejor que ellos conoce el olor de la muerte y las imágenes y formas en las que se puede manifestar. A sus instalaciones llegan entre diez y 12 cadáveres al día, que por las circunstancias inciertas o desconocidas de su fallecimiento necesitan de una indagación legal a fondo, a través de un procedimiento quirúrgico conocido como necropsia. Es el caso de individuos involucrados en algún delito o bajo sospecha quienes tienen una causa de muerte desconocida o son hallados en la calle, sin ser reclamados por nadie.

Desde el momento de entrar en sus instalciones, flanqueadas por una escultura de la deidad de la vida y la muerte, la diosa azteca Coatlicue, se percibe un hedor general y penetrante. El lugar es lúgubre, frío y muy silencioso. La muerte no tiene horario, ni tampoco el Semefo. La jornada se inicia desde que el juez penal solicita la valoración al médico forense de un ser humano que, según la averiguación previa, pudo perder la vida de forma violenta o sospechosa, y es necesario establecer una causa del fallecimiento.

Sin embargo, en este sitio no todo está relacionado con la muerte. "Es una mala creencia esa de que aquí solamente se trabaja con cadáveres, pues 50 por ciento de nuestras actividades es con personas vivas", menciona el director del Semefo, Felipe Takahashi. En el Servicio, que depende en el Distrito Federal del Tribunal Superior de Justicia, se hacen clasificaciones definitivas de lesiones, determinación de la edad clínica, fichas odontológicas, dactiloscópicas y antropológicas. Realizan injerencia en valoraciones siquiátricas, sicológicas, ginecológicas y proctológicas en delitos de violencia sexual, además de estudios toxicológicos e histopatológicos. También colabora en la búsqueda de personas extraviadas, a través de un sistema automatizado de huellas dactilares que se extiende a lo largo del territorio nacional.
"La vida es frágil, vive lo que puedas"

No le gusta la muerte, pero trabaja con ella. A sus 52 años, Patricia Carrillo Fernández ha dedicado la mitad de su vida a examinar cadáveres. Decesos por violación y sobredosis de drogas o alcohol son causas comunes entre las necropsias que realiza. No le afecta, pero le impresiona más las formas y el estado en el que puede fallecer una persona.

Su primer contacto con cuerpos sin vida fue mientras estudiaba la carrera de Medicina en la UNAM. "Se me hizo interesante, aunque difícil como actividad para una mujer". Pocos años después, su carrera le otorgó un acercamiento más con la muerte, al ingresar como perito-médico a la Procuraduría General de Justicia del Estado de México. En un principio certificaba lesiones de las personas que eran agredidas en la calle, violaciones de mujeres, niños e incluso hombres. Después, tuvo la oportunidad de hacer necropsias. "Ahí me enganché en una actividad, que sin ser bonita, pues a quien le gusta ver una persona muerta, significa para mí un gran interés científico".

En 1996 se integró al Servicio Médico Forense, lugar donde ha conocido todo tipo de muertes, desde la más violenta, hasta la más absurda, aunque la mayoría "se hubieran podido prevenir". En niños lactantes, señala, la causa más frecuente de muerte es culpa de las madres primerizas que dejan al niño solo y éste se ahoga con el biberón. En los niños de cinco años, la causa más común de fallecimiento es el atropellamiento por descuido de los padres. "Es impactante ver cómo fallecen personas en edad productiva. Son decesos que no deberían de suceder".

¿Cómo adaptarse al olor, a las im‡genes de un cadáver?

–Depende del carácter de la persona. Es difícil, pero lo mejor es no involucrarse en los casos. Cuando regreso a casa me olvido de si hice una necropsia o no. La gente sufre porque se involucra demasiado y les causa problemas emocionales, sueñan con ello.

¿Cuáles son los temores de un médico forense?

–Siempre he visto a la muerte como algo normal. Sin embargo, al conocer sus causas, uno se vuelve muy cuidadoso, un poco paranoico. Si sales a la calle piensas las cosas dos veces, y en casa es común que revise que la llave del gas esté bien cerrada, porque me ha tocado ver personas que fallecen por dejarla abierta.

En las reuniones familiares o de amigos, Carrillo Fernández asiente que hablar de su trabajo en el Semefo significa volverse el centro de atención. Sin embargo, se reserva cuando le piden opinión. Su estudio de la muerte "es científico", aunque se admite una reflexión final: "La vida es frágil. Vive lo que puedas".

La determinación de parentescos y estudios de identidad a través del ADN integran parte de los novedosos servicios que ofrecerán las nuevas instalaciones del Semefo, que ahora están en construcción, ubicadas en el predio que ocupa la Procuraduría de Justicia capitalina, en la esquina de Doctor Liceaga y Niños Héroes.

Habrá nueva morgue

El recinto tendrá zonas dedicadas a la investigación y enseñanza y un laboratorio de genética, con el que actualmente no se cuenta. Felipe Takahashi asegura que la unidad actual, construida en 1960, "ha quedado rebasada" para las necesidades tecnológicas que requiere, por lo que era necesario contar con equipo e instalaciones más modernos.

La lectura de la muerte

Leer un cadáver para determinar la causa de la muerte es el reto de los médicos patólogos y analistas del Servicio Médico Forense. "El cadáver no puede hacer una declaración ministerial, mucho menos acelerar su proceso de descomposición o retrasarlo para incriminar o exonerar. Sólo muestra lo que hicieron al momento de su fallecimiento y eso es lo que debemos interpretar", afirma el médico Macario Pompeyo. La capacitación del médico forense se obtiene en el anfiteatro, "donde se puede dar lectura al libro del cuerpo".

Para saber qué motivó el fallecimiento, los médicos realizan un estudio morfológico y fisiopatológico llamado necropsia, mediante la técnica de Virchow, que regularmente dura dos horas, aunque puede variar por la descomposición del cuerpo. El proceso, registrado en un expediente que incluye el nombre del cadáver, la averiguación previa, edad aproximada y medidas generales, consiste en una revisión general y dos incisiones en el cuerpo para dejar al descubierto todas las cavidades –cabeza, cuello, tórax y abdomen– para hallar indicios de alguna patología o lesión interna.

Durante la necropsia intervienen el médico, un técnico –encargado de mover el cadáver– y un fotógrafo –quien registra lesiones y anomalías–. Al iniciar el procedimiento, se practica al cuerpo la gimnasia cadavérica, de tal forma que se mueve de la posición en la que murió a una anatómica, con brazos y pies rectos. Se hace una revisión superficial para detectar lesiones, así como un chequeo de los signos cadavéricos: olor, apariencia, consistencia, temperatura y rigidez. Así se puede determinar el tiempo aproximado de muerte. El calor corporal desciende un grado por hora, hasta llegar a la temperatura ambiente. La rigidez se inicia a las tres horas del fallecimiento y dura 12 horas; después empieza un proceso de flacidez que da origen a la putrefacción y al surgimiento de flora y fauna cadavérica.

Tras la observación, la forense Blanca Carrillo explica que se realiza un par de cortes. El primero es en la cabeza y parte de la apófisis mastoide (en un extremo en la parte posterior del cuello) a la contralateral, pasando por el vértice del cráneo. Se despega el cuero cabelludo y se hace una incisión para dejar expuestas las meninges (delgadas capas de tejido que envuelven el cerebro) y liberar el encéfalo. Se realizan cortes en vasos y nervios; se extrae el encéfalo y se revisa para buscar lesiones o patologías. En este paso es posible localizar hemorragias, contusiones y laceraciones cerebrales.

El segundo corte va del borde inferior del mentón al inicio del pubis. Se hacen incisiones a nivel de los cartílagos y se revisan las vísceras. El esófago y la tráquea se despegan de la cara anterior de la columna vertebral para detectar si hubo asfixia. Después se abre el pericardio y se extrae el corazón. Si falleció por infarto, habrá pequeñas hemorragias. Finalmente se hace una revisión de los órganos intestinales para buscar señales de enfermedad.
Terminadas las incisiones, Carrillo señala que se hace una revisión de genitales para detectar violaciones. También se toman muestras de sangre y se mandan a un examen químico-patológico para inferir intoxicaciones. Una vez terminada la necropsia, se establece la causa de muerte, se expide un certificado de defunción y, si el cadáver no es reconocido, se lleva a la fosa común. En los casos en lo que ha pasado mucho tiempo del fallecimiento, o cuando el cuerpo llega incompleto, no es posible detectar la causa de la muerte.

Por Javier Rodríguez /Excélsior
javier.rodriguez@nuevoexcelsior.com.mx

11.7.06

No hay fotógrafo sin suerte: Metinides Tsironides

Durante más de 50 años el horror fue la fascinación de Enrique Metinides Tsironides (ciudad de México, 1934). De los años 40 a los 90 el fotógrafo registró los sucesos más impactantes publicados en las secciones de "nota roja" en la prensa escrita, pero hoy prefiere tomar su cámara sólo para fotografiar a sus nietos. A la calle ni le interesa regresar, "es muy peligroso", dice.

Enrique Metinides es hijo de un matrimonio de griegos que vinieron a México para pasar su luna de miel, pero ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial se quedaron a radicar en la ciudad de México, primero en la colonia Guerrero y después en la avenida Hidalgo.

Su padre, Teohojaris Metinides, era dueño de una tienda de fotografía que se ubicaba sobre avenida Juárez, a un lado del hotel Regis que se derrumbó en el terremoto de 1985.

"Cuando mi papá quita el negocio de fotografía pone un restaurante llamado Olimpia, en San Cosme, pero me regaló una de las cámaras y rollos que vendía. Cerca de ahí pasaban los tranvías y para que no atropellaran a la gente que se paraba a esperarlos hicieron unos camellones con una especie de boya de concreto, y ahí seguido se estrellaban los carros y yo tomaba fotos de eso. Apenas tenía 11 años."

El Ministerio Público y el juez calificador de la séptima delegación de policía acostumbraban a comer en el Olimpia, algo que el pequeño Metinides aprovechaba para mostrar sus fotografías de accidentes.

"Un día me dijeron: si quieres, vente a la delegación, ahí retratas los carros chocados que nos llevan las grúas y te metes con nosotros a lo que haya. Entonces me daban permiso de retratar a los presos y a los cadáveres."

La primera fotografía que Metinides captó de un cadáver fue la de un hombre asesinado en Nonoalco, al que después le recargaron la cabeza en la vía del tren para decapitarlo. El incipiente fotógrafo reconoce que soñó durante un mes la imagen del cuerpo del asesinado sobre la plancha del anfiteatro y a un lado su cabeza.

En uno de los accidentes automovilísticos que Metinides registraba con su pequeña cámara Brownie Junior conoció a Antonio Velázquez, al que le decían El Indio, un fotógrafo que trabajaba para el periódico La Prensa, quien lo invitó a que fuera su asistente y lo acompañara por las mañanas a la prisión de Lecumberri, al Hospital Juárez, a la jefatura de policía, a la estación de bomberos, a la Cruz Verde y a todo lugar donde hubiera accidentes o asesinatos. Fue su maestro y desde entonces Metinides fue conocido como El Niño y publicó en medios como Alarma, Jaque al crimen y La Prensa.

Así cuenta su historia Metinides, que desde la exposición que le dedicó la Photographers´ Gallery de Londres, en 2003, sus fotografías se han dado a conocer en todo el mundo con exhibiciones en Francia, Alemania, España y Dinamarca, entre otros países.

-¿Cómo era para un niño de 11 años andar en los anfiteatros, prisiones y accidentes por la mañana y luego ir a la escuela en las tardes?

-Lo que pasa es que me acostumbré por el cine a ver la violencia. Desde que tenía siete u ocho años me gustaba mucho ir al cine. Por donde vivía estaban el Politeama, el Teresa, el Cineac, Avenida, en esos pasaban películas de Al Capone, de gansters en blanco y negro. Me fascinaba ver las persecusiones, cómo se mataban, me encantaba ese tipo de historias policiacas.

Y ya con mi camarita pues lo que yo quería era tomar ese tipo de fotografías, así que me iba al cine y retrataba la pantalla, compraba revistas, las recortaba y hacía albumes de fotos de incendios, de accidentados o muertos.

Luego desde niño veo los primeros cadáveres, los primeros heridos, porque iba yo en las ambulancias. Llegábamos a unos accidentes espantosos en donde había muchas víctimas, muertos y heridos, entonces me fui acostumbrando. Ora sí que cuando volteé ya estaba curado de espanto.

-Cuando toma la foto del decapitado, ¿ya estaba curado de espanto?

-A los pocos días que fui a la séptima delegación me dijo el Ministerio Público: ve a retratar un muerto que nos acaba de llegar, una persona que asesinaron. Entonces voy y resulta que lo mataron a golpes, le pusieron el cuello en la vía del tren para que le pasara y le amputara la cabeza. Tomo la fotografía y todavía, como para ver si yo aguantaba, los encargados del forense agarran la cabeza y me la enseñan. Entonces le tomé la fotografía y me salí corriendo. Lo soñé un mes.

Después, cuando me iba con El Indio a tomar fotografías, conocí Lecumberri, el Hospital Juárez, nos íbamos en los camiones de bomberos, en las ambulancias, en las patrullas y hacíamos todos los reportajes.

Después supe que mis fotografías se publicaban en todo el mundo, y lo más chistoso es que eran hechas con una camarita de cajón de 12 fotografías en blanco y negro, de esas que había que apoyar en el estómago para tomarla y hacía click, porque era un fierrito que se jalaba, no era una cámara profesional.

-¿Su papá le enseñó a usar la cámara?

-Él me dijo: te regalo esta cámara y una bolsa de rollos y aquí abres la cámara así, metes el rollo así y le cierras así. Entonces solito fui aprendiendo a tomar mis fotografías, pero las tomaba como en las películas, tipo fotógrafo detective, porque retrataba todo, hasta los animales, la casa, las manchas, los casquillos, hacía todo un conjunto de fotografías de un solo crimen, a tal grado que cuando estaba en el periódico, diario iban dos patrullas, una del servicio secreto y otra de la policía judicial por todas las fotos que yo tomaba de un crimen, porque las tenía mejor que ellos. Inclusive, a veces ellos llegaban tarde y yo sí lo tenía, tal y como había sido, porque llegaba en la ambulancia.

-¿Y nunca se interesó en trabajar como fotógrafo de cine?

-Me hubiera gustado que algún director con algún caso hiciera una película, porque yo fui a casos increíbles que daban para hacer películas, del tema que fuera, cosas que a nadie se le ocurriría escribir y que salía de la misma gente.

-¿Siempre quiso ser fotógrafo, nunca pensó en ser investigador?

-De más niño quería ser piloto, pero cuando vivíamos en Vizcaínas, los chamacos de la pandilla me colgaron de siete pisos, de las manos y un pie durante más de 10 minutos y yo llorando. Era de relajo porque estaban vacilando a todos, pero me enfermé y fue motivo de que jamás he podido salir ni en helicoptero, ni en avión, porque me enfermé, me da mucho miedo. Ahora que están haciendo exposiciones de mi trabajo en todo el mundo me invitan con todos los gastos pagados, pero no puedo ir. Las fotos las ven en Londres, París, Madrid, Dinamarca, Holanda, Nueva York y Los Ángeles, pero no puedo ir, nada más me informan y me mandan fotografías y recortes.

-¿Cuál fue el suceso que fotografió que más le impactó?

-Una vez que fuimos a un accidente de un camión de gas, chocó con un poste, y cuando llegué estaban los bomberos intentando taponear el gas, pero cuando lo estaban tapando se hizo más grande el agujero y entonces invadió toda la calle, pero había cientos de mirones. Yo estaba en un edificio tomando mis fotografías y vi que la gente se comenzó a caer intoxicada y quise bajar a tomar más fotografías cuando viene la explosión, entonces se hizo una gran llamarada, se vibró el edificio y el grito de ¡ahhh!, porque mucha gente se quemó. Cuando bajé me encuentro con toda la gente prendida, corriendo y hago una secuencia de fotografías. Ahí murieron en total 90 personas y fueron más de mil quemados. Se quemaron 15 casas. Y tuve mucha suerte porque a mí no me pasó nada.

-¿Cuál era el secreto para tener siempre la imagen oportuna?

-Yo considero que si el fotógrafo no tiene suerte en el evento que cubra, pues no logra una buena fotografía. Aparte de la suerte que tenía, tomaba otro tipo de fotografías, menos morbosas y más cinematográficas.

-¿Cómo hacer algo artístico con la muerte?

-Yo retraté miles y miles de cadáveres, pero siempre traté que la fotografía no se viera tan morbosa, porque llegó un momento en que ya no se publicaban y hasta se retocaban. En el departamento de dibujo les quitaban a las fotografías toda la sangre y pintaban el piso como estaba cuando no había sangre; si el cadaver estaba muy sangriento lo retocaban, incluso yo llegué a retratar gente que estaba semidesnuda y le pintaban ropa. Aunque sea un cadáver, y aunque se oiga mal, se puede hacer una fotografía más artística.

Miguel Angel Ceballos El Universal Martes 11 de julio de 2006

4.7.06

Busca España asesina serial de ancianas

La policía de España extremó la vigilancia en esta ciudad en busca de una presunta asesina en serie que habría matado a tres ancianas en menos de un mes y agredió a otra el lunes, informaron hoy las autoridades policiales.

La sospechosa, una mujer entre 45 y 55 años de edad, atacó la noche del lunes a una anciana que sobrevivió luego de ser agredida cuando se encontraba sola en su domicilio, según el reporte policial.

Las autoridades indicaron que se investiga si el ataque de este lunes tiene relación con tres asesinatos de ancianas que también se encontraban solas en sus domicilio, todos en zonas céntricas de Barcelona, en menos de un mes.

Las primeras investigaciones descartan, en principio, que el móvil sea el robo, pues las cerraduras de las casas no han sido forzadas.

La primera mujer asesinada tenía 83 años y el crimen ocurrió el 10 de junio pasado; la segunda, 95 años, el 30 de junio; y la tercera 76 años, el 2 de julio.

La policía autonómica catalana, los Mossos (Escuadra) , sospecha de una mujer, aunque aún no la ha identificado, la cual contacta con sus víctimas en la calle, parques o iglesias con cualquier pretexto, distinto en cada ocasión.

Según la investigación, la sospechosa logra la confianza de sus víctimas y el mismo día, o días más tarde, la víctima la deja entrar en su casa, donde se produce el crimen. Fuentes policiales señalaron que la sospechosa sería una mujer de entre 45 y 55 años de edad, morena, podría ser de origen sudamericano, con el cabello corto, complexión robusta y de un metro 60 centímetros de altura.



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3.7.06

Ted Bundy

Ted Bundy es quizás uno de los serial killers más impresionantes e inteligentes de la historia, aca les dejo el trailer del film de Chuck Perello sobre este personaje